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martes, 9 de noviembre de 2010

DONDE DIJE DIGO...

Hoy hay un titular de prensa que jode al que lo lea.
“Cuba incumple plazo para liberar a los presos políticos que había prometido”.
Acojona eso. El gobierno de un país no cumple su palabra, y ahí se quedan, tan lucios los tipos. Los interesados en la liberación dentro y fuera de la isla explican que Raúl Castro “ se comprometió el 7 de julio a realizar esas excarcelaciones en un máximo de cuatro meses”.
Que me perdonen, pero los cubanos seguimos siendo campeones del mundo en inocentadas, en dejar que la cúpula del poder nos tome el pelo. ¿Qué mas necesitamos para acabar de comprender que dirigen nuestras vidas los reyes magos de la ambigüedad, los artistas de la retórica, los Midas de la palabra? Hace poco Fidel Castro dijo en un ataque de verborrea que el modelo cubano ya no funciona. Lo vió y lo escuchó medio mundo dentro y fuera de la isla. A los tres días retomó la tele y la prensa plana para decir “…yo dije eso de que no funciona, pero sobre el modelo de Estados Unidos”. ¡Y le creyeron! En las calles de Cuba hay quien te mira y te dice con aire de perdonavidas “es verdad, yo lo ví…” Me parece oír la novela que se van a soltar para evadir lo del compromiso de cuatro meses. Si es que se dignan a decir algo. Uno de los métodos infalibles para contrarrestar la mala opinión pública es el silencio hermético. En eso son maestros nuestros caciques. No dirán la verdad. No explicarán que fue todo una jugada diplomática que deben estar celebrando ahora, con el objetivo de aliviar la posición común europea, aunque dentro de Cuba nadie sabe lo que es eso, al menos en mi barrio. Es todo una trampa para que se afloje la presión internacional y apaciguar a la oposición interna. Los presos que han sido liberados, y los que no, son solo mercancía política, peones en el juego de supervivencia que practica Cuba desde 1959. No me jodan. Acuerdense de la crisis de los misiles, cuando Cuba tuvo en su territorio cohetes nucleares a punto de ser disparados. Nadie dijo como, pero por arte de magia Castro celebró, y millones junto con el, que nos hubiéramos convertido en centro de una guerra nuclear. Nos iban a convertir en átomos, y nosotros tan contentos. El tipo apuntó a EEUU y dijo cuál bebé sorprendido con el dedo en el  pomo de la mermelada “es culpa de ellos”. Dijo “haremos 10 millones de toneladas de azúcar”. Gastamos millones de millones de pesos y no las hicimos. “Culpa del Imperialismo”, fue su respuesta. Exportamos guerra y muerte, en la operación de tráfico de armas mas grande de la historia, en Angola, Etiopía, Mozambique, toda la América Latina. “Eso es Internacionalismo proletario”. ¡Y le creímos! Y la mejor de todas, dicha apenas tomó el poder. “Yo no soy comunista”. Después dijo que sí, más que Marx y Lenin juntos. Por suerte, hay algunos de esos presos que no entran en su juego, que no tienen precio. A lo mejor los Castro piensan que su resistencia dentro de las prisiones es culpa del imperio, y no de un carácter forjado en principios, porque no conciben principios que no sean los implantados por los mentirosos que nos gobiernan. Esos que cada día se nos aparecen con un pasado diferente.
A lo mejor creen que fué  el imperialismo el que inventó esa práctica de donde dije digo, dije diego.      


lunes, 8 de noviembre de 2010

NIÑA Y AGUA

ROMANCE DE LA NIÑA MALA



Un vecino del ingenio
dice que Dorita es mala,
para probarlo me cuenta
que es arisca y malcriada
y que cien veces al día
todo el batey la regaña.

Que a la hija de un colono,
le dio ayer una pedrada,
y que a la del mayoral
le puso roja la cara,
quién sabe con qué razones
por nosotros ignoradas.

Que si la visten de limpio
al poco rato su bata
está rota o está sucia,
que anda siempre despeinada,
que no estudia la lección
y nunca sabe la tabla,
que el sábado y el domingo
se pierde en las guardarrayas
persiguiendo tomeguines
y recogiendo guayabas.

Y yo pregunto: Vecino,
vecino de mala entraña,
¿quién puede decir que sea
por eso mi niña mala?.
Si hubieras visto lo íntimo
de su vida y de su alma
como lo ha visto el maestro
¡Qué diferente pensaras…!

Verdad que siempre está ausente,
pero si viene no falta
entre sus manitas breves
un ramo de rosas blancas
para poner al Martí
que tengo a mitad del aula.

Con quien no tenga merienda
parte a gusto su naranja;
si cantamos al salir
se oye su voz la más alta,
su voz que es limpia y alegre
como arpegio de guitarra.

Y cuando explico aritmética
le resulta tan abstracta
que de flores y banderas
me llena toda la página.
Y prefiere en los recreos,
cuando juegan a las casas,
jugar con Luisa: la única
niña negra de mi aula.
A veces le llama Luisa
y a veces le dice: ¡Hermana!.

Y cuentan los que la vieron
que en aquella tarde amarga
en que no vino el maestro
era la que más lloraba.

Cuando se premie el cariño
y lo rebelde del alma,
cuando se entienda la risa
y se le cante a la gracia,
cuando la justicia rompa
entre mi pueblo y su marcha
y el tierno botón de un niño
sea una flor en la esperanza,
habrá que poner al pecho
de mi niña una medalla
aunque el batey, malicioso,
me le dé tan mala fama,
y tú -mi pobre vecino-
no entiendas una palabra.

ÉXODO

¿Hasta cuando el dilema de Cuba y los Estados Unidos? Hasta cuando nosotros como mercancía política de ambos bandos cruzando el estrecho?  No estaremos nunca más cerca que esas noventa millas? Hasta cuando nos mirará la gente y se preguntará "¿De qué tierra será?, ¿dónde su mar? -dicen-, ¿cuál es su sol, su aire, su río?". ¿Hasta cuando tendremos que escapar de nuestro hogar? ¿hasta cuando seremos extranjeros en nuestra propia tierra? "... qué dos orillas, nunca como labios cerrándose".

domingo, 7 de noviembre de 2010

MALA SUERTE


Minireportaje de la TV brasileña. Cada vez son menos los que llegan. ¿Cuál es el futuro de estos intentos de entrar a EEUU ilegalmente? Como van las cosas, Dios sabe...

BALSEROS.


Habitantes de Cipango
guerreros de cinco siglos,
su historia no esta en los libros
son diamantes en el fango.
                                                                 
Padecen la enfermedad
que destruyo a los vikingos
son furiosos,locos,dignos
hijos de la libertad.

Obligados ingenieros
de lo absurdo y lo real,
saben del sol y la sal
y de los monstruos mas fieros.

Pelean su propia guerra,
son los aliados del mar
y su panico es el mal
que los acecha en la tierra.

Disparo de gran calibre
el sol sobre su cabeza,
y el llora, canta, reza,
para llamarse hombre libre. 

UNA HISTORIA DE AGUA.


Soñar es un antídoto imprescindible para no morir de sed. En la isla de Acadia pasaron años sin llover, y la gente moría junto con la tierra. Trataron de hacer pozos, pero solo encontraron agua salada como el mar que los rodeaba. Durante todo ese tiempo, el  agua era traída cada quince días desde el continente, a poco más de cincuenta millas de distancia, en un viejo buque de la marina de guerra. Los habitantes de la isla bajaban por trillos escarpados hasta la costa, con largas cadenas de mulas, y regresaban al pueblo cargados con el precioso líquido, que era repartido en botellas a las familias. Muchas veces el agua era una mezcla de lodo semilíquido y algas de agua dulce, pantanosa, lo que hizo florecer en la isla toda una industria de artilugios para filtrarla. A consecuencia de la prolongación de la sequía, la agricultura desapareció, y el pescado y los mariscos se convirtieron en la dieta habitual, con la excepción de algo de arroz y frijoles que traía el barco del agua en su visita quincenal, y que era vendido a precio de diamante por el capitán de la tripulación.

Muchos trataron de mudarse a tierra firme, pero las autoridades de inmigración pusieron trabas infranqueables, para evitar que aquella turba de isleños descalzos invadiera las calles de las ciudades. Algunos entraron clandestinamente por la costa, pero fueron apresados por largo tiempo para ser devueltos a la islita después de una sublevación carcelaria y una huelga de hambre de dos meses. La prensa los llamaba “Los presos del agua”, y el representante de Acadia ante el parlamento fue expulsado a causa de sus constantes y encendidos discursos contra el Presidente, al que llegó a llamar “hijo de puta y maricón negador del agua” en una filípica inolvidable. Dos veces por año los acadios mandaban delegaciones ante el gobierno, y siempre eran recibidos por la secretaria de otra secretaria, que, invariablemente, les entregaba un memorandum copiado al carbón de otros anteriores, y que decía: “Lamentablemente, informamos que no está a nuestro alcance solucionar el problema de la sequía, pues nos es imposible hacer que llueva. Nuestros abnegados representantes de la Armada seguirán cumpliendo la honrosa misión de llevar el agua a Acadia. Sabemos que los heroicos habitantes de esa entrañable isla sabrán resistir con la firmeza que identifica a nuestro pueblo, esta calamidad".

Una tarde, Aurelia, que tenía más de sesenta años, toda una autoridad en la isla por ser la propietaria de la única tienda del lugar, y poseedora de 9 cabras con las que compartía su propia agua, convocó a todos frente a su establecimiento. Les dijo:
-       El problema del agua no aguanta más. El gobierno de tierra firme nos desprecia porque somos pobres. Se avergüenzan de nuestras mujeres y hombres depauperados por la mala alimentación y la sed. Las respuestas a nuestras súplicas solo son una anestesia engañadora para nuestro dolor. Dios no mira a nuestra islita en medio del océano. Solo nos queda apelar a la solución que el hombre busca cuando todo lo demás es imposible.
Hizo un silencio breve. Miro aquellos rostros de piel deshidratada, envejecidas de necesidad. Inhaló aire como si fuera a sumergirse en el mar, y habló como masticando cada palabra antes de dejarla salir.
-       Solo nos queda la magia.
Primero hubo un murmullo creciente, y luego una carcajada general. Solo una mujer con un niño a horcajadas sobre la espalda la miró con algo de esperanza.
-       ¿Y qué se supone que hagamos?- preguntó.
Aurelia esperó, con mirada severa, a que las carcajadas se acallaran. Cuando hubo silencio, explicó con una voz enronquecida.

-       El capitán del barco del agua conoce a alguien en tierra firme, que sabe un embrujo para hacer llover. Yo iré a aprender el hechizo. Pero eso no será gratis para nosotros.
-       ¿Y qué debemos dar a cambio? – preguntó alguien.
-       Todo. Debemos darle nuestras ovejas, todo el dinero que tengamos, las joyas, y las mulas…
La algarabía fue enorme. Se escucharon gritos de rabia y burla.
-       ¡¡¡Como si fuéramos estúpidos!!!
-       ¡¡¡Eso es una estafa!!!
-       ¡Vete a la mierda, Aurelia!
Ella soportó el aguacero de injurias.
-       Yo lo daré todo – dijo – la tienda, las cabras, el dinero y las mulas.
Los miró con rabia; y con rabia les habló.
-        Yo no dejaré nada porque ya no quiero vivir en el cadáver de lo que fue esta isla. De todas formas ya estamos muertos en esta tierra sin frutos, sin flores… condenados a morir en esta roca de sal. Si no podemos creer en los hombres, por lo menos crean en los dioses. El que quiera pagar que lo haga. El que prefiera dejar que la esperanza se vaya, ya se murió hace años. Mañana me voy en el barco del agua.
Entró a la tienda y cerró la puerta en la cara de todos. Afuera, la multitud hizo un silencio cerrado. Todos miraban abajo, escarbando con los pies en el suelo. Así estuvieron largo rato. Empezaron a marcharse lentamente. Cuando Aurelia se asomó a la ventana ya el lugar estaba vacío. Solo quedaban un montón de trazos inexplicables en el polvo.
Esa noche nadie durmió en la isla. Al amanecer, Aurelia se dispuso a marchar, cargó todo en las mulas, y juntó el rebaño de cabras. Cuando salió al camino, el corazón le dio un salto, porque delante de ella, por el trillo escarpado, iba la gente de Acadia con todas sus pertenencias, rumbo a la costa.

Allá los esperaba el capitán, un hombre con colmillos dorados, que se volvió muy diligente cuando vio el cargamento. Lo llevaron todo en una patana y lo izaron al buque, incluyendo a Aurelia. Antes de que la izaran a bordo en la plataforma de carga, un hombre de ojos grises le entregó una cadena de oro. Era de su esposa, muerta hacía una semana. “Es lo único que tengo”, le dijo. Cuando ya zarpaban, el Capitán gritó “no se preocupen que yo cuido a la vieja”. Desde la costa, aquel hombre respondió:
-       ¡Si nos engañas, te mataré!
El capitán solo le devolvió una risita nerviosa.
Aurelia nunca había estado en el continente. La ciudad le pareció estrafalaria, llena de ruidos y luces. El capitán la alojó en un hotelucho de mala muerte, y la tuvo esperando una semana por el famoso hechicero. Los tres primeros días pasó a verla, y le explicó que aquel mago estaba ocupadísimo, que era amigo del presidente y lo ayudaba a solucionar las crisis que amenazaban al país. Aurelia solo asentía, y se aferraba a su ya temblorosa esperanza. El capitán no volvió la tarde del cuarto día. Aurelia estaba sentada junto a la ventana, y lo vio pasar por la calle, allá abajo. En el pecho se veía relucir la medalla de la cadena de oro que Aurelia le había entregado como parte del trato.
Pasaron como diez días, y Aurelia fue expulsada del hotel porque no podía pagar. Se fue al puerto, y buscó por horas el barco del agua, hasta que lo encontró en un atracadero militar. A bordo había una fiesta. Allí estaba el capitán, con los ojos colorados como nunca, en medio de los hombres de la tripulación y algunas mujeres semidesnudas. Aurelia lo agarró del brazo y lo separó del grupo. Le dijo que si no veía al Mago al día siguiente, lo denunciaría, o lo mataría ella misma. El capitán sonrió y le dijo “venga mañana al mediodía”.
La anciana durmió en un muelle de madera al lado de donde estaba el barco. En la noche, los perros cazaron ratas a su alrededor. Al otro día, con el sol ya alto en el cielo, se acercó al barco. El capitán la esperaba con otro hombre, sonriente y atento. La llevaron al  portal de un bar de marineros y allí, en menos de tres minutos, el hombre le escribió en un papel pequeño, un conjuro que incluía un baño desnuda en el mar, al oscurecer.
-       ¿Cuándo me llevarán de regreso a la isla? – preguntó Aurelia.
El capitán la miró desde toda su arrogancia, y le dijo:
-       Yo no iré más a Acadia. Ya no trabajo en este barco. – se inclinó hacia adelante, acercando su rostro al de la vieja, y le susurró-  Mañana le diré a un oficial de inmigración que hay una mujer de Acadia sin permiso en el puerto. La van a meter a la cárcel si no se va. La gente de su tierra no es bienvenida aquí. Usted lo sabe.
Aurelia se apartó de ellos y fue a sentarse en la zona baja del muelle, con sus pies de piel quebrada metidos en el agua. Lloró porque desde el principio sabía que era un engaño, aunque no quería creerlo en medio de su desesperación por la falta de agua. En la noche se durmió bajo una manta de papeles y cartones con olor a pescado. Al amanecer comió en los basureros del puerto, y volvió a sentarse con los pies en el agua. Con los ojos atados a los reflejos azulados del océano estuvo por horas, hasta que alguien la llamó por su nombre. La mujer levantó la mirada. En un pequeño bote, tostado por más de cien kilómetros de mar y sol, estaba el hombre de los ojos grises que le había entregado la cadena de oro de su esposa muerta.
Él se sentó junto a la anciana, y se quedó en silencio largo rato, mirando el horizonte. Luego dijo:
-       ¿Usted sabe? Nunca antes había venido a la ciudad.
-       Yo tampoco – respondió Aurelia.
-       ¿Y qué le pareció? – preguntó el hombre.
-       Más es la bulla  - dijo Aurelia en un suspiro.
El hombre se rió.
-       ¿Tiene el hechizo? – preguntó otra vez.
-       Sí. Vámonos de aquí. – fue la respuesta de Aurelia.
Cargaron agua para el viaje en una tubería del puerto y emprendieron el regreso. Llegaron en la mañana del siguiente día. Cuando Aurelia pisó la arena, vio que el hombre del bote viraba en redondo y se alejaba.
-       ¿Usted no va a desembarcar? – preguntó desde la orilla.
-       No. Tengo algo que hacer. ¡Haga su hechizo para cuando yo vuelva! – respondió él, diciéndole adiós con la mano.
Aurelia caminó por el trillo hasta su casa. Entró y cerró la puerta. Los vecinos estuvieron un rato frente a su portal, pero luego se fueron con lentitud hasta sus casas. El pueblo quedó desierto. Al atardecer Aurelia bajó de nuevo a la costa, sola. Se quitó el vestido, y completamente desnuda entró en el mar hasta la cintura. Empezó a leer las palabras que le habían escrito en una pequeña hoja de papel. Alzó los brazos al cielo, con los ojos llenos de lágrimas. Luego salió del agua, recogió su ropa y caminó a trompicones por la senda oscura. El pueblo seguía vacío. La gente estaba encerrada en sus casas. La anciana se tiró a la cama, sin poder dormirse, rabiando y dándose tirones en el pelo. Se castigó por ser estúpida, por ser vieja, por ser Aurelia.
Ya en la madrugada escuchó un ruido extraño que parecía venir del mar. Aurelia se sentó en la cama. Afuera había gente.
-       ¡Son truenos! – gritó alguien.
Aurelia sintió presión en el pecho, y se colocó ambas manos entre los senos. En las tejas de zinc del techo sintió caer gotas, primero leves y finas, y luego estruendosas, mojando el polvo, saciando la sed de Acadia. Todavía con las manos en el pecho se asomó a la puerta. En la calle había niños, mujeres, hombres. Se mojaban en el agua que el cielo les había negado por años. Una niña llegó corriendo con una jarra llena de agua de lluvia, y se la entregó.
-       ¡Gracias, Aurelia! – dijo en medio de una carcajada.
La anciana se fue a la cama, y se durmió tranquila, serena, por primera vez en mucho tiempo. Durmió hasta el  día siguiente, en que alguien tocó a la puerta. Cuando abrió, vio al hombre que la había ido a buscar en su bote a la ciudad. Él tendió la mano y le entregó un objeto frío.
-       Le traje un regalo – dijo sonriendo y se fue.
Aurelia vio que el hombre la había entregado la cadena de oro que había pertenecido a su esposa. La apretó fuerte entre las manos, y salió a mojarse en la lluvia que seguía cayendo sobre Acadia.    

UNA FOTO DESDE LEJOS


"Es muy difícil no ser injusto con lo que uno ama".
Veinte piedras recogidas a la orilla del mar.
un plato de fibra vegetal.
una banderita cubana.
Que pequeño,
y que lejos mi país.

MACONDO CONTRA EL MUNDO.

El que observe la proyección del gobierno cubano en los últimos años, se dará cuenta de que aparte de los constantes vaivenes a que nos tiene acostumbrados la cúpula administrativa de la isla, con la llegada al poder de gobiernos latinoamericanos que han enmarcado la relación con la isla en un plano de diálogo, condescendencia, y en algunos casos, de apoyo manifiesto, e incluso, sumisión, ahora las figuras políticas cubanas han adquirido una especie de aureola poderosa, y de ser caudillos nacionales han pasado a ser entes exportadores de una señal de unidad que no existía ni siquiera en los años de auge de los movimientos de liberación nacional en el continente.
Señales evidentes hay muchas. Podemos comenzar hablando de la creación del ALBA. Esta organización que une a los países de la zona que se han alineado más a la zurda, si bien no ha logrado materializar unidad sistemática en el orden político y económico, han dejado ver algo de uniformidad en el orden social. El hecho de que hayan logrado realizar un par de cumbres a nivel de jefes de estado, y se hayan llevado a cabo iniciativas para beneficiar a sectores poblacionales menos favorecidos de algunos países, creó en su momento una imagen de orden para desarrollar un plan "supranacional" a una escala que podía ser preocupante para la potencia tradicional de la zona, Estados Unidos, y que surgiera como competencia política y económica a la Organización de Estados Americanos. Los países impulsores, entiéndase Cuba y Venezuela, o si se quiere, tradúzcase como los Castro y Hugo Chávez, se juegan un buen puñado de credibilidad. Los primeros, que mas saben por viejos en el hábito de sacar cosquillas a Estados Unidos y sus tradicionales aliados, apostaron por el caballo chavista, y les salió bien. El soldadito golpista, en los ´90, fué recibido en La Habana por Fidel Castro en persona. Por vez primera un jefe de estado recibía con honores de un igual a quién trató de hacerse al poder por la fuerza. Dentro de Cuba no pasó nada. Nadie protestó. Aparentemente. A gente cercana a la cúpula gobernante le preocupó la imagen que podía generar el hecho de ver al comandante en persona a pie de escalerilla del avión en que llegó Hugo. Pero nadie se atrevió a decirlo. Lo que podía ser traumático en cualquier otro lugar del mundo, en Cuba no levantó ni una brisa. Fidel dió un giro de 180 grados y pasó de ser un crítico acérrimo de los golpes de estado que en los años 50 hasta los 70 se llovían en nuestro lado del mundo, (y ahora son solo llovizna de tarde en tarde), a ser un mecenas del protagonista de un madrugón contra Carlos Andrés Pérez, al que más de una vez el comandante cubano había llamado "amigo".     
Pues nada, de alumno eminente, Hugo pasó a superar al maestro en lo que respecta a arrogancia. "Hay que unir las aldeas para dejar de ser aldeanos", parece ser el ideal. Dejar de ser un Macondo aislado, y hacer una aldea enorme, que deje de ser nalga y empiece a ser jeringuilla. Los caciques de izquierda en el área hacen proselitismo curando la ceguera a algunos. Muy bien regalar la cirujía al pobre. ¿Regalar? De eso nada. "Tu voto a cambio de la vista". O sea, de ciego, pasa a ser alguien que ve con los ojos nuevos lo bueno que es el socialismo, y para aprender a leer y escribir, tu graduación es una carta a alguno de los mesías que hacen eso que llaman "Operación Milagro". Así mismo. Miles de médicos cubanos, maestros, ingenieros, se encargan de hacer de pasquines en este grito político y polítiquero. Y cuando regresan a casa, con unos centavos y cuatro electrodomésticos, se sientan delante de un oficial sonriente, de civil, que le pregunta que piensa la gente en Venezuela, Bolivia, Honduras, el Cuerno Africano, y cualquier rincón del mundo adonde vaya un "cooperante" cubano, acerca del actual gobierno de ese país, y como se llama el alcalde que no apoya a Chávez o a Evo Morales, o el líder de derechas, o el jefe sindical que no apoya la iniciativa tal, y si padece de tal alergia o enfermedad, y si necesita dinero, o cualquier cosa que le podamos dar...
Entonces Cuba tiene la posibilidad, y la tarea, dentro del ALBA, de estudiar social, política y económicamente cualquier región de cualquier país adonde ¿desinterasadamente?, sus cooperantes trabajan, y entregar en bandeja de plata a todo aliado que se interese por mantener un control interno adecuado, la cabeza, o los pies, de posibles oponentes. Miden la opinión pública y versionan posibles resultados. Trazan política, ejecutan iniciativas. Tratan de ir un paso por delante de todo lo que se les pueda oponer.
¿Teorías de la conspiración? Todas se quedan enanas ante el renacimiento de las izquierdas latinoamericanas. El bloque aspira a pasar  de un ambiente de cooperación, a un estado de coalición. Si, un estado de coalición ya no es mero traspaso de chismecitos entre un servicio de espionaje y otro. No son visitas de jefe de estado cuando les de la gana, solo para tomar un café y hablar un poco sobre lo que pasa en Colombia con las bases americanas, y ver que hacemos. Coalición es establecer pactos a través de una relación política y jurídica. Es adquirir obligaciones y derechos como parte de una organización dirigida a intereses concretos. Creo que hacia allá va la izquierda de América Latina.
¿Una muestra? Hace poco, el servicio secreto venezolano atrapó a Francisco Chávez Abarca, que desde los años 90 era objetivo de la Inteligencia Cubana por ser protagonista de acciones terroristas contra la isla. Un resumen de la noticia de su captura dice, y cito: " Francisco “El Panzón” Chávez Abarca viajo a La Habana a poner bombas y es quien reclutó, entrenó y orientó al mercenario Ernesto Cruz León, asesino de Fabio DiCelmo, y varios de los terroristas que viajaron a Cuba en la campaña de terror de 1997 desencadenada por Posada... Hugo Chávez anunció... la captura del terrorista salvadoreño Francisco Chávez Abarca, que actuó de brazo derecho de Luis Posada Carriles en su campaña terrorista que desencadenó en Cuba en 1997...Abarca reclutó, entrenó y mandó a La Habana a varios otros mercenarios, además de haber realizado personalmente tres viajes a la Isla para realizar varios atentados... el arresto del “Panzón” se efectuó durante una operación de inteligencia cuando el criminal intentó ingresar a Venezuela.
Reporta TeleSur que el mandatario explicó que Abarca fue detenido en el aeropuerto de Maiquetía y fue de inmediato trasladado a la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin)..." Fin de la cita.
 Vamos, el terrorismo es una mierda, y hay que combatirlo, contra quién o qué sea que se lleve a cabo.  Si es un terrorista, que se joda el Chávez Abarca. Pero, un blanco  de la inteligencia cubana, de pronto es capturado por Venezuela, país en el que no tiene causa pendiente, ni ha cometido delito. Aparentemente, los servicios de espionaje de Cuba y Venezuela tienen objetivos comunes, o al menos, Chávez le ha hecho un favor a Castro. Dudo que sea este el único.
El 16 de Abril de 2009, en reunión de presidentes latinoamericanos, Raúl Castro dijo algo que levantó ampollas. Aprovechando que en esa fecha Cuba celebra la victoria contra la Brigada de exiliados que atacó en 1961 por Bahía de Cochinos, el general y presidente  cubano expresó: "Saludos del Ejército de Cuba, que también es del ALBA".
¿Necesitamos mas pruebas?, Ja ja ja.
Sin dudas, es Macondo contra el mundo.    

Poesía para Cuba

Cuba no perdona si te vas para siempre. Allá se queda, tranquila, sabiendo que la extrañarás, que el dolor de no verla más te va a taladrar por dentro, cuál recuerdo de mujer. Y cuál mujer te sonríe. Así mismo, como si fuera una isla-mujer.


HISTORIA DE LA ISLA MUJER.

Patria es palma, cielo, mar.
Es el llanto de mi madre
la mano tibia de mi padre
por mis fiebres sin final.

Risas de mis hermanas
siempre locas, locas de atar;
oir a mi abuela colar
el café de las mañanas.

En la luz de aquel quinqué
Ver los ojos de mi abuelo.
Mi hermano muerto
                             (paloma en pleno vuelo)
todo eso, patria también es.

Hoy todo son despojos,
para  mi no habrá volver
porque mi patria será
el lugar donde estén tus ojos.